incepto tantummodo opus est

lunes, 6 de diciembre de 2010

23091979


II
Todo volvió a su mente.
El agua fría se sentía bien al contacto con sus pies. Miró al horizonte y caminó lentamente. Las tranquilas olas le rodearon y su mente viajo, respiró profundo e inundo su ser. Corales en tonos pastel eran su destino, la mañana era perfecta para ello. Pronto encontró su objetivo, la imagen era mas perfecta de lo que había imaginado. La emoción le quitó por una fracción de segundo el aire. Ignorante, a pocos metros de su brazo izquierdo, una anémona milenaria pulso a pulso se mueve hipnotizante; la luz del sol la atrajo, su naturaleza le dicta, como a un girasol, seguirle para continuar su círculo de vida. Ahí estaba, en medio de la magnífica escena, oculta en su casi invisibilidad, diminuta, primitiva y letal. Un perfecto asesino. Y entonces todo fue cuestión de tiempo. El encuentro frente a frente en su hábitat dio muestra de su casi poder absoluto. El tentáculo roto fue el arma y solo bastó un rose.....