Que difícil es enterarme de la fragilidad de la gente que mas amo; doy por sentado su vital e inmortal existencia y desestimo cualquier advertencia de su final aferrándome a ellos cual si fuera mi última dosis de oxígeno.
Estoy en espera de la colisión que ocasionarán sus palabras sobre mi inconsciente. Y francamente, me niego a dormir y darle voz a mi miedo.
Ha sido un duro golpe que no me permite medir las consecuencias con sano juicio, sólo sé que quiero mirar en sus ojos la promesa de que no es el principio de ningún fin.
Cuántos minutos de mi vida se necesitan para quitarnos del pensamiento ese pensamiento?
Toma los que sean necesarios.
