incepto tantummodo opus est

martes, 2 de octubre de 2012

Voces con eco

No son pocos los errores que he tenido en mi vida, afortunadamente, ninguno de ellos han sido monumental o desgraciado.
Recuerdo que en ningún momento fui manipulada/obligada a hacer nada que no quise, pero tampoco recuerdo una conversación seria con algún adulto que hiciera incapié en las responsabilidades y consecuencias de mis decisiones. Tanto para bien como para mal. Si, hubo muchas con mis padres, pero los padres, por desgracia, no tienen mucha voz en nuestras decisiones, salvo en ciertas circunstancias que dependen de convivencia diaria, educación familiar, etc.
La mayoría de las veces, las opiniones de los padres, son sólo eso: opiniones, que como buen adolescente/joven hijo, desestimamos pues "ellos lo que quieren es que lo haga a su forma y parecer, pero no saben". Y si! en verdad no saben!! No saben hablarnos, no saben expresar con las palabras correctas el "no vayas por ahi porque te vas a romper la cara".
Hoy, daría minutos de mi vida por haber tenido cerca a una amiga lo suficientemente madura para ayudarme a no cometer ese par de errores (si, hasta hoy, sólo tengo un par que cambiaria sin chistar si tuviera una máquina del tiempo). Un amigo que quizá, hubiera dicho las mismas palabras que mis padres, pero que en su voz hubieran tenido otro eco.
Porque por desgracia, así somos! Mi madre me puede decir que esa blusa se me ve muy bien...y no pasa nada, pero si me lo dice una amiga!! pff!! la guardo bajo llave y se convierte en la favorita!!
Dentro de mis peticiones a altos mandos divinos, pido sabiduria para poder ser la amiga madura de la voz que hace eco para ayudar a mis amigos a no cometer errores y si los cometen, decirles que el mundo no se ha acabado y mostrarles que se levantarán de nuevo; enseñarles que el tiempo no regresa y juventud sólo una para hacer o deshacer y volver a empezar, que nunca estarán solos, y sobre todo para decirles que todo estará bien y que sólo la muerte no tiene solución.
Al final siempre fue mi decisión, como lo será la de ellos, pero también reconozco que siempre estuve sola, para bien y para mal. Y hoy, comprendo, que no hay necesidad de estarlo mientras alguién esté dispuesto a acompañarnos.